e attorno
Lucerna / Festival
Tres españoles en el 'dream team' de Claudio Abbado
El director dirige un concierto con sus amigos en una orquesta en la que se han ganado plaza Julia Gallego, Joan Real y Martín Baeza
RUBEN AMON. Especial para EL MUNDOClaudio Abbado se ha retirado de la circulación, pero de vez en cuando oficia conciertos de resonancias épicas. El último tuvo lugar en Suiza con las huestes de la Orquesta del Festival de Lucerna. Allí estaban tres músicos españoles. Julia Gallego, Joan Real y Martín Baeza se han ganado una plaza en el dream team de Claudio Abbado. Es decir, una orquesta de maestros y figuras que el director italiano se ha construido a medida para salir del letargo invernal y reencontrarse con los amigos, los espadachines de la crítica internacional y los melómanos de culto. Así se explica la conmoción del concierto celebrado anteanoche en Lucerna. Mejor dicho, concelebrado, porque Claudio Abbado, antítesis de la rutina, convirtió la Quinta de Mahler en la excusa sublime de una comunión musical. Más o menos como sucedió cuando Maurizio Pollini, al abrigo del viejo amigo, interpretó el Cuarto concierto para piano de Beethoven en el mismísimo umbral de la hondura. Fue un acontecimiento tan excepcional como las esporádicas reapariciones del maestro Abbado, cuyo magnífico aspecto demuestra que ha espantado los graves problemas de salud que le acechaban. Ahora prefiere divertirse, dirigir media docena de veces al año y embarcarse con la Orquesta del Festival de Lucerna para hacer música en estado puro. La experiencia arrastra a un centenar de intérpretes. Incluidos un puñado de primerísimos solistas -Kolja Blacher, Natalia Gutman, Sabine Meyer-. Un escuadrón de especialistas de música de cámara -cuarteto Alban Berg, cuarteto Hagen- y un esqueleto de jóvenes intérpretes que han crecido junto al talento fecundo de Claudio Abbado como si fuera una figura patriarcal. Pero le llaman simplemente Claudio. Porque el director no les autoriza a tratarle de usted ni a llamarle maestro. De manera que el podio ya no representa un altar jerárquico ni un principio de autoridad. Es un mero instrumento funcional para que puedan verle y oírle mejor. «Claudio Abbado nos ha cambiado la vida», explica la flautista alicantina Julia Gallego. «Hay un antes y un después. Sobre todo porque cuando dirige se crea una situación de magia, de complicidad.Claudio nos ha enseñado a escucharnos los unos a los otros, a tocar como si estuviéramos en un concierto de música de cámara». Estar sin estar. He aquí la proeza de Claudio Abbado. «Sí, porque confía en el músico, le deja mucho margen de responsabilidad, le permite desarrollar», matiza el trompetista albaceteño Martín Baeza. «Los músicos somos quienes construimos la casa, pero es él quien aparece para decorarla y quien le confiere el aspecto definitivo, con todos los detalles y todos los matices», añade el brillante solista de la Deutsche Oper de Berlín. Nada que ver con la imagen dictatorial ni prepotente del director de orquesta al uso. «Con Abbado la música es una cuestión de consenso, de espontaneidad, de naturalidad, lejos de cualquier convencionalismo. Existe un respeto recíproco y al mismo tiempo un altísimo grado de exigencia», aclara Joan Real, trombón solista de la Orquesta de Valencia. Los tres intérpretes españoles comparten generación -el más joven 29, el mayor 32-, responden de una sólida carrera internacional y admiten que la experiencia de tocar junto a Claudio Abbado es incomparable. «Fundamentalmente, porque cuando dirige él se crea una situación imprevisible. Nada es convencional ni descontado.Nada está definitivamente previsto. Con él sabes desde qué punto sales, pero no dónde vas a llegar. Donde los demás directores no llegan, ahí empieza Claudio Abbado», explica con vehemencia el propio Martín Baeza. Es natural de Almansa, vive casi todo el año en la capital alemana y presume de haber tocado 231 veces con la Filarmónica de Berlín.Muchas de ellas cruzando la mirada noble de Abbado. También cuando el maestro italiano experimentó los peores momentos de salud.«Teníamos con él una relación indescriptible. Había una gran carga de emotividad, de afecto. Siempre he tenido la sensación de que a Claudio le ha salvado la vida la música misma», explica emocionado Martín Baeza. Ahora, el maestro ha reemprendido la carrera sin prisas ni agitaciones. Con el maestro en La Habana «Claudio Abbado sabe llevarnos a donde quiere», explica uno de los tres españoles de la orquesta. Y lo dice tanto en el sentido musical como en el geográfico. Y es que el director italiano, simpatizante de Fidel Castro, estuvo con Julia, Joan y Martín en el palacio presidencial de La Habana después de un memorable concierto. «Me acuerdo perfectamente de que le tocamos el 'cumpleaños feliz' al comandante con ritmo de salsa. Y que nos interrumpió vehementemente para decir: 'compañeros, todavían faltan dos minutos'», recuerda Julia Gallego.