ABBADO NELLA STAMPA BOHEMIA FUNDADA EN 1908 January 11th 2005 Claudio Abbado
Claudio Abbado veut créer un orchestre symphonique de jeunes de l'Amérique latine, avec des représentants du Vénézuéla, de Cuba, des Caraïbes et d'autres pays latino-américains Claudio Abbado plans to create an orchestra composed of young Latin American players from Venezuela, Cuba, the Caribic and other South American countries.
Claudio Abbado möchte ein Symphonieorchester gründen bestehend aus jungen lateinamerikanischen Instrumentalisten aus Venezuela, Kuba, die Karibik und anderen lateinamerikanischen Staaten
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El placer múltiple de Abbado Trascendió con alto nivel artístico en los dos conciertos que ofreció en La Habana Por: SAHILY TABARES bohemia@ns.cc.cu Fotos: LEYVA BENÍTEZ No concede entrevistas. Al parecer, la negativa constituye un sólido muro entre este artista y los públicos. Pero al disfrutarlo, batuta en mano, ya sea en ensayos, diálogos con otros directores, músicos y estudiantes o conciertos, se comprende que no hacen falta las palabras para adentrarse en su mundo fascinante. Claudio Abbado (Milán, 1933) es la música. De ahí, su enfoque renovado al enfrentar diferentes estéticas siempre desde una perspectiva provocadora. Sí, lo suyo, es provocar. Emociones, vivencias, y la búsqueda de fuentes inagotables, demostrando que el arte en distintas épocas y países, ante públicos heterogéneos, activos; compositores y ejecutantes, comunica ideas nuevas, incentiva la búsqueda de las raíces desde la contemporaneidad, la pluralidad de lenguajes y enriquece la continuidad de las vanguardias. Sin duda, dicha proyección caracteriza a este artista magistral que cuando debuta en 1966 frente a la Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las agrupaciones más importantes del mundo, ya ha demostrado su desbordante talento y magisterio en concursos y sedes internacionales tanto en el abordaje del repertorio operístico como sinfónico. Abbado, todo pasión en escena. Sus conciertos en el Amadeo Roldán (4 y 5 de enero) fueron todo un acontecimiento Pero, además, lo distinguen su sostenida labor fundacional en el diseño del canon de la música más elaborada y la preocupación constante por incorporar al lenguaje de las músicas, jóvenes de varias nacionalidades que se expresan a través de formatos diferentes. Así demuestra uno de los muchos placeres que lo incentivan: la experimentación, el insaciable deseo de ser único, original. Sobre estos pasos transita junto a la Orquesta de Cámara Gustav Mahler, formada por alrededor de 50 músicos de varios países, otra iniciativa suya, y con ella subió al escenario del teatro Amadeo Roldán para compartir la pasión beethoveniana.
Entre Abbado y don Ludwig van Beethoven existe una misteriosa complicidad. Viene dada por el conocimiento, la necesidad de perpetuar sonidos, ideas y un corpus sinfonístico que en pleno siglo XXI logra sorprendernos. Otro éxito notable logrado a partir del virtuosismo de Abbado. Lo demostró en su particular enfoque de la Primer Sinfonía. No solo por la perfección de cada movimiento, las cadencias, el dominio en los cambios de tono y de cuadros imaginarios; sino por la interpretación de la grandeza, la explosión de color y de pasiones del genio alemán. Anunció antes del concierto que formará una nueva orquesta con músicos cubanos y latinoamericanos. En la foto, recibiendo la ovación que le tributó el público, junto al primer violín de la Orquesta Gustav Mahler Si uno cierra los ojos para sentir la música, presiente a dos grandes en el escenario. Abbado vibra desde la triple comunicación que logra con el compositor, los músicos y el público. Establece una especie de divertimento sublime, y, sobre todo, arriesgado. Demuestra el dominio del fraseo, la respiración y las transiciones al enfrentarse a la estética de un músico tan sorprendente como Beethoven, que inesperadamente quiebra la melodía para subirla un escalón más alto; o sorprende con el breve momento que parece desentonar para retomar el motivo principal de la obra. Con la Séptima, los júbilos de don Ludwig y Abbado se complementan mediante una relación empática que alcanza máxima superación en cada movimiento desde la precisión y el pulso justo cuidando el equilibrio en la dinámica orquestal. El director, sin partitura, tiene el dominio total del relieve sonoro de cada frase, logra maniobrar de un modo exquisito en el Allegretto para llegar al Presto y al enérgico final del Allegro con brío. Su comunicación con el público, más allá del escenario En su empeño, Abbado reclama máxima entrega de los integrantes de la orquesta. Involucra a cada uno de manera especial; brillan los primeros violines y los contrabajos con realce. Cada acción del artista italiano evidencia la satisfacción de un placer múltiple. Enseña, forma, dirige, convoca a músicos y públicos para descubrir el conocimiento en todo su esplendor. No hay dudas, Abbado siempre tendrá motivos para acercarse a los clásicos, porque su actitud inquietante va dirigida a encontrar nuevos significados en las obras a partir de la renovación, y el máximo disfrute. (11 de enero de 2005)
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